Su maldito orgullo no le permite abandonar ese banco y cojer la maleta! Espera que él aparezca, diez, cinco, un minuto antes de que llegue el tren! Quizás su irremediable soledad espere que el rectifique, que la llene de flores, o besos, o de las dos cosas, que sería aun más ridículo y que escapen juntos. ¿Cree que él va a aparecer por esa esquína? Se equivoca... ya la ha abandonado más veces, ¿Por qué esta vez debería quedarse? Es completamente distinto continuar la historia que repetirla.
Ari.